jueves, 17 de noviembre de 2016

Elena Setien - Sala Club de Victoria Eugenia - 16 de noviembre de 2016



Con todas las entradas agotadas y creando mucha expectación, ayer presentó Elena Setién su nuevo disco “Dreaming of earthly things” en la Sala Club del Victoria Eugenia, una sala muy adecuada para conciertos como el de ayer.

Muchas caras conocidas entre el público, aficionados habituales de conciertos, periodistas y cantantes como Rafael Berrio, Giogio Basmatti y Jabier Muguruza. Y todos con la esperanza de que podíamos disfrutar de una experiencia maravillosa, y así fue efectivamente.

En el escenario, Elena Setién, de vuelta en Donosti después de una larga temporada en Dinamarca, que fue cambiando entre el piano de cola y un teclado Nord Electro 4D, y con los micrófonos ajustados con mucha reverberación, lo que le da un toque especial a su voz . En la batería estuvo Karlos Aranzegi, que volvió a demostrar que además de la técnica que él controla, tiene un gusto exquisito a la hora de seleccionar qué tocar en cada momento. Y en el otro teclado,  Mikel Azpiroz, que ha sido el productor del disco de Elena, y que ayer se encargó por una parte de la linea de bajos, y por otra parte acompañó con mucha suavidad a Elena, sin quitarle nunca el protagonismo.

Aunque al principio la responsabilidad le provocó a Elena algunos nervios, enseguida se dio cuenta de que el público estaba entregado, y pudo disfrutar ella también del concierto. 

Elena demostró ayer que tiene una gran capacidad para transmitir lo que está contando, esas historias, a veces basadas en sueños, a veces en personajes reales, casi siempre con la naturaleza como fondo, e incluso en algunas historias que parece que estás recordando cuentos de la infancia. Y la verdad es que entre las letras y la música te absorben, hacen que sientas que formas parte de la historia. Y eso es lo mejor de la música, esa conexión entre el músico y el público.

Por señalar algún punto que no nos gustó demasiado, tenemos que comentar que en alguna canción las notas del teclado Nord de Elena se amontonaban debido a la intensidad de los efectos utilizados y al pedal del piano, y producían una saturación que  para nuestro gusto en algunos momentos nos pareció excesiva, o por lo menos no se podían diferenciar las notas que estaba tocando.

Y al salir del concierto, el pensamiento que nos pasó por la cabeza fue: “Qué suerte tenemos de que Elena haya vuelto a vivir a Donosti, porque así tendremos muchas más ocasiones de escucharla en directo”.   Y nos encantará seguir escuchando cómo cuenta y cómo canta esas historias, y nos dará igual que las historias estén en inglés, en castellano o en euskera, idioma que dijo que estaba aprendiendo.  

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